lunes, 29 de junio de 2015

Una escapada relámpago a Urbión (27 y 28 de junio de 2015)

Se ha iniciado el verano y dos acontecimientos polarizan la actualidad informativa. Por un lado, el Caloret ha comenzado a golpearnos salvajemente. Por otra parte, el gobierno de Tsipras ha convocado un referéndum para saber si el pueblo griego respalda o no el plan de rescate propuesto por la Troika.
 
En tal tesitura hemos decidido hacer una escapada relámpago, huyendo del temido Caloret, a la sierra de Urbión, que recibió antiguamente la denominación de montes Duracos, debido a que, como ya refiere el geógrafo griego Estrabón, a sus pies nacía el río Durias (hoy Duero). Aquí esperamos encontrar un poco de frescor.
 
Plinio, en su Historia Natural, escrita a finales del siglo I d. C., sitúa el nacimiento del Duero en el país de los pelendones, un pueblo descendiente de los celtíberos y dedicado al pastoreo, que inicialmente habitaba parte de la actual provincia de Soria, pero que posteriormente fue arrinconado por los arévacos en la zona montañosa al norte de sus tierras, es decir, más o menos al pie de los actuales picos de Urbión.
 
Son estas tierras que tradicionalmente han vivido del pastoreo, de la trashumancia, de la carretería o, más modernamente, de la explotación de la madera extraída de sus pinares comunales.
 
y en sierras agrias sueño - ¡Urbión sobre pinares!
¡Moncayo blanco, al cielo aragonés erguido!
Y pienso: Primavera, como un escalofrío
irá a cruzar el alto solar del romancero,
ya verdearán de chopos las márgenes del río
(Antonio Machado, extraído de su poema Recuerdos)

Por aquí discurrían la Cañada Real Soriana y otras vías pecuarias de segundo orden, utilizadas para transportar a finales de primavera hasta estas montañas los rebaños de merinas procedents de Extremadura y del valle de Alcudia.

En tiempos de los Reyes Católicos se fundó la Hermandad de Carreteros Serranos, que agrupaba los pueblos de esta comarca de Pinares (Duruelo, Covaleda, Molinos de Duero, Salduero, San Leonardo de Yagüe, Navaleno, Abejar, etc.). Se dedicaba a transportar vituallas para el ejército de Granada o a distribuir las mercancías llegadas del Nuevo Mundo, organizándose para ello en convoyes de unas 30 carretas. En sus tiempos de esplendor llegó a contar con más de 1.000 socios, 6.000 carretas y cerca de 20.000 bueyes.

 
 
De la fuente del Berro a los picos Urbión, Camperón
y Tres Provincias
 
Sobre la una del mediodía del sábado estamos en la fuente del Berro, a donde se llega siguiendo la pista que sale de las serrerías de Duruelo de la Sierra. Echamos a andar desde aquí y aquí bajaremos también a dormir, una vez completada esta ruta circular.
 
 
Fuente del Berro
 
 
Seguimos las marcas blancas y rojas del GR 86.1 en dirección al nacimiento del Duero, remontando primeramente la pista hasta que muere unos metros por debajo del refugio del Búnker, donde no quisiera que tuviera que dormir ni mi peor enemigo. Según las pesquisas hechas por Cristina a la vuelta, este refugio era un antiguo depósito de agua.
 
A partir de aquí continuamos por sendero, aprovechando todavía la sombra que a trechos nos proporciona el pinar. Pero el bosque se acaba. Afortunadamente estamos ya a unos mil novecientos metros de altura y, aunque el sol pega, sopla un poquito de aire y la temperatura se hace soportable. Frente a nosotros se yergue El Rasón (2.070 m.), plano como una mesa en su cumbre, pero que visto desde aquí es como un murallón.
 
 
Cresterío de El Rasón
 
 
Un sencillo monumento señala el lugar considerado como nacimiento del Duero y nos recuerda que este río peninsular, de más de mil kilómetros de longitud, discurre desde aquí hasta Oporto, vertiendo sus aguas en el Atlántico.
 
 
Nacimiento del Duero
 
 
Cómodamente alcanzamos el Portillo Arenoso, que separa el pico de Urbión, nuestro próximo objetivo, de la loma de Llanos de la Sierra (2.183 m.).
 
 
En el Portillo Arenoso damos vista al valle de Revinuesa
 
 
A por la última trepada
 
 
Nos resta tan solo una fácil trepada hasta los peñascos que conforman la cumbre de la Muela de Urbión (2.229 m.), en la que hay un buzón de cumbre. A nuestros pies, la verdosa laguna de Urbión y el largo valle que desciende hasta las localidades riojanas de Las Viniegras. Son las cuatro y decidimos sentarnos entre estas peñas cimeras para comer algo.
Según el antropólogo y folklorista vasco Barandiarán, se ha conservado durante siglos la creencia de que la diosa Mari, la divinidad principal del panteón vasco, utilizaba también como refugio el pozo o laguna de Urbión, de cuyas profundidades hacía nacer las tempestades.
 
 
Juanito pasando junto a una gran pudinga








Laguna de Urbión

 
Es la cumbre, por fin, la última cumbre.
Mis ojos en torno hacen la ronda
y cantan el perfil, a la redonda,
de media España y su fanal de lumbre.
Leve es la tierra, toda pesadumbre
se desvanece en cenital rotonda.
Y al beso y tacto de infinita honda
duermen sierras y valles su costumbre.
Geología yacente, sin más huellas
que una nostalgia trémula de aquellas
palmas de Dios palpando su relieve.
Pero algo, Urbión, no duerme en tu nevero,
que entre pañales de tu virgen nieve
sin cesar nace y llora el río Duero.
(Gerardo Diego, de su soneto Cumbre de Urbión)
 
 
 
 


Seguimos ahora el cordal hacia poniente, descendiendo por las Peñas Claras (2.161 m.), que hacia la vertiente riojana forman una impresionante cornisa, a cuyos pies aún subsiste algún pequeño nevero, para alcanzar el collado de las Tablas de la Ley (2.076 m.).
 
 


Bajando hacia Peñas Claras


En el collado de las Tablas de la Ley


Aunque podríamos eludirlo, ascendemos unos metros hasta el picacho del Camperón (2.093 m.), descendemos hasta el siguiente collado, en el que un rebaño de vacas no nos quita el ojo, y volvemos a elevarnos hasta el pico Tres Provincias (2.049 m.), donde se juntan los límites de Soria, Burgos y La Rioja.
 
 
En el picacho del Camperón




En el pico Tres Provincias


Laguna de Muñalba




Bajamos hasta el portillo de Muñalba (1.989 m.), donde nos sentamos sobre unas piedras a contemplar el paisaje que se abre hacia el norte. Unos metros más abajo queda la pequeña laguna de Muñalba, que parece invadida por la vegetación y no muy profunda. Detrás, la cumbre de Cabeza Herrera (2.002 m.), que nos llama. Ideamos ya una próxima escapada, remontando el valle de Portilla desde el embalse de Mansilla para terminar ascendiendo a esta cumbre de dos mil metros, que conecta la sierra de la Demanda con la de Urbión.
 
 
Laguna de Muñalba y Cabeza Herrera



 
Desde aquí descendemos hasta la fuente del Berro. Surgen algunas dudas, que nos obligarán a echar mano del mapa, pero logramos salir del embrollo bastante bien. Cena en mesa, donde cae una de tinto, y luego a dormir, arreglándoselas cada uno como puede. En mi caso, me decido por el porche del refugio. Mis compañeros optan por vivaquear afuera.
 
 
 
 
 
De Castroviejo a la cueva de Covarnantes
 
La ciudad encantada de Castroviejo, que cuenta con área recreativa, fuentes, mesas y barbacoas, aparece salteada de caprichosas y enormes moles de piedra (conglomerados o pudingas).
 
 










En la ruta que vamos a iniciar desde aquí pasaremos por tres cuevas, la de la Serena, la de Covernantes y la Covagrande.
 
La cueva de la Serena parece un lugar a propósito para grabar el anuncio aquel de Fa, el de los limones salvajes del Caribe. Y es que una cascada o chorrera cae desde encima de su boca de entrada.
 
 
Cueva de la Serena
 
 
A partir de aquí tomamos el sendero PR-SO 71, que se encarama hasta la cuerda de la Graja y asciende al raso de la Cespedilla.
 
 
 
 


Seguimos ahora las marcas amarillas que nos tendrían que haber permitido conectar con el PR-SO 70, pero en algún momento nos equivocamos y acabamos por descender bruscamente por un arrastradero. Cuando nos damos cuenta estamos próximos a la cueva de Covarnantes. Como ya no tiene fácil remedio decidimos acercarnos hasta esta última cueva, tras parada previa y remojón en las aguas del río Triguera.
 
 






La cueva de Covarnantes, situada en el término de Regumiel de la Sierra (Burgos), se abre en un conjunto de grandes bloques de piedra y tiene dos bocas. La balconada de una de sus entradas constituye un formidable mirador. Durante siglos se ha utilizado como refugio de ganado, pudiendo albergar, dadas sus considerables dimensiones, de medio millar a un millar de ovejas.
 
 


Se dice que esta cueva se escondía también el burgalés Jerónimo Merino, conocido como el Cura Merino, que lideró una partida de guerrilleros que hostigaba a las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia y que posteriormente pasó a militar en las filas carlistas. Este cura de armas tomar tuvo un tiempo casa en el cercano pueblo de Neila.
 
Volvemos a Castroviejo pasando junto a la Covagrande. No estuvimos muy inspirados en este tramo final, lo que nos obligó a dar un rodeo considerable. Pero conseguimos concluir la ruta, a pesar de que el sol nos castigó con dureza durante los tres últimos cuartos de hora por pista.
 
 


Covagrande




En el bar Perdiguero (San Esteban de Gormaz)


Bibliografía
Andar por las sierras de Urbión, Neila y Cebollera. Julián Rodríguez Jimeno y Manuel Rincón. Editorial La Tienda Verde.
 
Cartografía
Sierras de Urbión, Neila y Cebollera. A escala 1:50.000. Editorial La Tienda Verde.

Enlaces
Tres senderos de pequeño recorrido en Duruelo de la Sierra
 
Lecturas
La tierra de Alvargonzález. Un largo romance de más de setecientos versos, escrito por Antonio Machado e incluido en su libro de poemas Campos de Castilla, publicado en 1912. Narra el brutal asesinato de un padre a manos de dos de sus hijos, cuyo cadáver arrojaron a la Laguna Negra.
A orillas del Duero. Son seis crónicas escritas por Pío Baroja, en las que narra el viaje que en noviembre de 1901 realizó por tierras sorianas en compañía de su hermano Ricardo. Fueron publicadas por entregas en el diario El Imparcial. Pío y Ricardo visitaron varios pueblos de la comarca de Pinares (Abejar, Molinos de Duero, Salduero, Covaleda, Vinuesa, etc.) y ascendieron a Urbión por el nacimiento del Duero. Un viaje purificador a lo alto de las montañas, que pretendía ser regenerador de cuerpo y espíritu, al modo que predicaba Nietzsche.
 

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