viernes, 14 de octubre de 2016

Un recorrido por la costa y el interior de Connemara (11 de agosto de 2016)

Amanece el día en Clifden encapotado. Bajamos a desayunar y mientras unos se decantan por un desayuno completo con huevos fritos, tomate, beicon y salchicha, otros optan por el más austero tazón de porridge. Tras el desayuno, Gerard nos da algunas ideas que nos ayudan a diseñar una ruta en coche por esta península de Connemara, Conamara en gaélico, que viene a ser algo así como la Irlanda más tradicional y profunda, un bastión de cultura tradicional.

Empezaremos recorriendo parte del litoral meridional de la península, enormemente recortado, siguiendo carreteras estrechas y sinuosas. La vuelta a Clifden la haremos de forma más directa, por el interior, saliendo a la carretera N59 que viene de Galway.

Salimos de Clifden en dirección sur y a los pocos kilómetros hacemos la primera parada en las turberas de Derrygimlagh, un inhóspito paraje que hace casi un siglo saltó a los periódicos cuando aterrizaron en él los aviadores Alcock y Brown en el primer vuelo transatlántico sin escalas. Apenas unos años antes de este histórico vuelo, el inventor italiano Marconi había instalado también aquí la primera estación para el intercambio de mensajes de telegrafía sin hilos entre Europa y Estados Unidos, conocida como The Marconi Station, cuyos edificios, que habían quedado en ruinas, han sido recientemente reconstruidos.










Nos dirigimos a continuación a la Connemara Smokehouse, una pequeña factoría en la que preparan un exquisito samón ahumado y que se encuentra en Bunowen Pier (municipio de Ballyconneely). Ofrecen recorridos guiados por la factoría, aunque el pase es dentro de unas horas. No es cuestión de esperar. Antes de irnos, compramos un par de bandejas de salmón, de las que daremos buena cuenta en el transcurso del día.








Mientras paseamos por el muelle de Bunowen nos parece avistar una figura que se desplaza sobre la superficie del mar. Pero no es ningún delfín. Ni tampoco un león marino. Se trata de Joe, un veterano nadador que está atravesando la bahía de punta a punta, naturalmente a nado, y que participa habitualmente en pruebas de natación en aguas abiertas. Un tipo campechano que accede a hacerse una foto con nosotros.














Nuestra siguiente escala es en Roundstone (Cloch na Rón en gaélico), un pintoresco puerto pesquero, situado a la entrada de la bahía de Bertraghboy, en el que nos detendremos por espacio de varias horas.














Nos sentamos en el muelle de Roundstone, a orillas del mar, sobre un poyete de piedra, y nos montamos nuestro particular picnic a base de salmón ahumado, queso blanco de untar y pan de molde. A nuestro lado, atraca un pequeño barco que ha llevado a un grupo de turistas a la pesca de la caballa (mackerel). El guía les hace una demostración práctica de cómo limpiar los peces que han capturado.























A las afueras de Roundstone, se encuentra un taller de instrumentos musicales al que nos acercamos a continuación y en el que fabrican bodhráns (tambores de mano hechos de cuero de cabra). Además del taller, funciona una tienda bastante grande en la que se venden todo tipo de recuerdos para el turista. Y no parece funcionar mal. En el rato en que estamos nosotros no paran de hacer caja.








Seguimos por la carretera de la costa, dejamos atrás Cashel y Glinsk, y llegamos a Carna, un pequeño pueblo en el que se habla habitualmente en gaélico. Nos lo confirman las inscripciones que hay en el interior de la iglesia y el letrero que luce la farmacia.




















El tiempo ha volado. Ya es media tarde y es por tanto hora de pensar en regresar a Clifden. Decidimos abandonar la costa y volver por el interior, opción que resulta más directa y más rápida.
Hacemos una última parada en Ballynahinch Castle, un castillo que funciona actualmente como hotel, situado a orillas del río y lago de su nombre, y rodeado de bosques de robles y encinas. Su entorno se presta a los paseos. Por aquí al lado pasaba el antiguo ferrocarril de Galway a Clifden, que dejó de funcionar en 1935.





























Ha sido un día bien aprovechado. De vuelta a Clifden, saldremos un día más a cenar a uno de los muchos bares que funcionan en verano en esta animada localidad. Hoy toca el Humpty's Bar, una taberna que parece una de tantas, pero en la que nos sirven un salmón fresco al horno, acompañado de puré de patatas y verduras, que estaba excelente. Trabaja como camarera una galleguiña que se muestra enamorada de estos lares.





El vuelo de Alcock y Brown
En julio de 1919 estos dos aviadores británicos, pilotos de la Royal Air Force, completaron el primer vuelo transatlántico sin escalas.
Habían salido de Saint John's, en Newfoundland (Terranova) y tras recorrer casi 3.200 kilómetros lograron aterrizar con su avioneta en las turberas de Derrygimlagh, cerca de Clifden. En total, el vuelo duró algo más de 16 horas.
Tras su hazaña, el rey inglés Jorge V concedió a los dos aviadores el título de Sir.
Alcock moriría meses después, en diciembre de 1919, mientras participaba en una exhibición aérea en suelo francés. Había despegado de París pero su avioneta terminaría estrellándose en Normandía, en medio de la niebla, al tocar con el ala un árbol. El fatal accidente tuvo lugar cerca de Rouen.
Brown trabajaría en lo sucesivo como ingeniero para una compañía de aviación y se fue a vivir a Swansea, en Gales, donde murió en 1948.

Enlaces
Buoyant mood ay inaugural Ballyconneely Bay swim (Galway Advertiser)

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