sábado, 21 de octubre de 2017

De Revenga a la Mujer Muerta (7 de octubre de 2017)

Demostrando una vez más aquello de que no nos da pereza la naturaleza, varios senderistas nos citamos en Revenga (1.143 m.), pueblo segoviano a menos de dos leguas de la capital. Tras tomarnos el café en el bar Casa Mariano, nos ponemos en movimiento. Se nos ha hecho un poco tarde, teniendo en cuenta lo que nos espera por delante.



Casa Mariano


A las afueras de Revenga pasamos junto a un monumento que rinde memoria a los gabarreros, dedicados durante siglos a bajar a lomos de mula la madera talada en estos montes.








Vadeamos el cauce del río Frío, cruzamos el asfalto de la antigua carretera nacional a Segovia, la N-603, y al cabo del rato atravesamos la Cañada Real Soriana, balizada en este tramo como GR-88, siguiendo de frente.











Las encinas del piedemonte darán paso a los pinos hasta que finalmente nos internamos en el pinar, caminando en algunos momentos a la orilla del río Peces. A partir de aquí la pendiente irá poco a poco acentuándose. Es mucho el desnivel que vamos a tener que superar y hay que tomarlo con paciencia.





Un primer objetivo es el collado de Río Peces (1.758 m.), donde se abre una amplia pradera en la que descuella un solitario pino de enorme porte.



Collado de Río Peces

Aquí abandonamos el camino que traíamos para tomar un sendero que a mano derecha comienza a remontar el cordal que se dirige al conjunto de cumbres que forman la Mujer Muerta.

Salimos de entre los pinos a terreno despejado, lo que nos permite disfrutar de las vistas. El llano segoviano y la ciudad de Segovia quedan a tiro de piedra. Un poco más cerca, el embalse de Puente Alta, junto al que caminaremos al final de la ruta. 










Continuamos ganando altura, a veces por terreno algo rocoso, y coronamos el Cerro de la Muela (2.153 m.), una antecima que se desgaja desde la Mujer Muerta hacia el norte.

A partir de aquí nos deleitaremos con la vista de todas esas cumbres guadarrameñas que nos son tan familiares. Peñalara, la Bola, la Maliciosa, los Siete Picos, el Montón de Trigo, etc. 
Alcanzamos finalmente la cumbre de la Pinareja (2.197 m.), que es la más elevada de las que forman el macizo de la Mujer Muerta. Nos sentamos a comer aquí mismo, a pesar de algunos abejorros que darán la lata en algunos momentos.





Bajamos hacia el collado de Tirobarra (1.984 m.), donde nos echaremos una siesta de una media hora. Con este relajamiento nos estamos jugando que nos caiga la noche encima en la larga bajada. Son cosas de esta inconsciente juventud.








Tomamos la senda que desciende en dirección a la Pradera de la Venta de la Fuenfría, aunque la abandonaremos a la altura el río de la Acebeda, que más abajo, en el llano, pasa a denominarse río Frío.
A partir de este punto descenderemos por el bosque, alejándonos de río en algunos momentos, cruzando a la otra margen en otros.














Es el Pinar de la Acebeda, antiguo cazadero real. Por aquí se desfogaban nuestros Borbones pegando tiros. Eso no evitaba que en palacio se les escapara también algún que otro gatillazo. Entre los pinos silvestres crecen algunos acebos y tejos, especies botánicas de indudable valor.





Cuando pasamos junto la ataguía o antigua toma de agua del canal que alimenta al Acueducto de Segovia, hace ya un buen rato que cayó irremisiblemente la noche. Aún nos queda algo más de una hora para llegar al pueblo.

Caminamos un rato por la sinuosa Senda del Acueducto, que tendremos que abandonar para descender al embalse de Puente Alta. Por la pista que rodea este último llegamos a Revenga cuando faltan cinco minutos para las diez de la noche.
Han sido 23,8 kms. y 1.225 m. de desnivel, que es lo que marca el gps de Pablo. No es cosa de andarse con miramientos a estas horas, así que entramos de nuevo a Casa Mariano a cenarnos unos huevos con pisto y cosas por el estilo.

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